¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

Siempre decimos que lo personal es político y sabemos muy bien que lo que no se nombra, para el imaginario, no existe. Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor? de E de inclusivo, de eso. De un lenguaje que aún no cuenta con la bendición institucional y burocrática de la RAE.

Diálogos 01/07/2021 Alejandra Sanchez*
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Una pintada con lenguaje inclusivo, en La Plata, Argentina. Foto Press

Lenguaje que, sin embargo, se construye y legitima en lo colectivo y en la práctica y que, pese a la resistencia, comienza a instalarse en diversos ámbitos. Si pensamos en instituciones estatales, podemos nombrar, por ejemplo, el INAES institución que, a través de la resolución 900/2020, aprobó el uso de un lenguaje que promueva una comunicación que evite el sexismo, migrando desde la masculinidad del mismo hacia la inclusión. Siguen el mismo camino AySA, el Banco Central, entre otras.

También son cada vez mas las universidades que permiten que el lenguaje inclusivo comience a formar parte de sus prácticas, como es el caso de la Facultad de ciencias de la comunicación (FCC).

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El temible TODES

El lenguaje inclusivo no es obligatorio, pero su uso en algunos ámbitos genera rechazo porque su aceptación es sin dudas una conquista política de un grupo invisibilizado u oprimido por sobre otro opresor.

El lenguaje inclusivo habla de lo que sucede con otros géneros que no están visibles todavía, TODAVÍA.

Hace un tiempo, Celeste Giachetta, periodista de Radio Nacional me decía una frase que vino a romper con la famosa premisa/ excusa: “Estoy grande para aprender a hablar en lenguaje inclusivo cuando desde chique aprendí a hablar con un lenguaje binario” y decía: “Hace un tiempo en radio Eterogenia, en el programa Transe Cultural, una compañera no binarie me dijo que a elle le violentaba que le hablaran en masculino o femenino, y que prefería el  neutro, eso solo me basto para nunca más mencionarle con ningún articulo femenino y masculino, yo sé lo que es que te violenten al no respetar como te auto percibís, entonces si con el simple hecho de no decir el, ella, le digo elle y esa persona se siente mas cómoda,  vale todo el tiempo y esfuerzo de construir esa palabra en mi mente y decirlo sin violentar al otre”.[1]

Las posiciones expresan poder y desde hace un tiempo, hay un movimiento que busca la desobediencia lingüística, pero no por moda como intentan hacer creer muchos grupos conservadores, lo establecido esta en jaque y las disidencias buscan su punto de ebullición tal que el paradigma cambie. 

El lenguaje sin dudas pasa a ser un campo de conquistas y un lugar incomodo, donde ya no existe una identificación, sobre él no descansa una realidad, porque el mundo cambió y eso se puede percibir hasta en la forma de nombrarnos.

La serie de FX “Pose”, la cual se ve en la plataforma Netflix, fue la primera en incorporar el lenguaje inclusivo en sus subtítulos. Una serie que cuenta además con un gran equipo formado por personas trans, queer y no binarias.  

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Fue Cristina Fernández de Kirchner quien marcó en sus discursos el “todos y todas” lo cual se volvió algo caricaturesco para la oposición, y fue siempre motivo de ofuscación. También, por aquellos años y ahora como presidenta del Senado, es ella quien insiste en reafirmar el uso de la palabra presidenta, porque es un término que genera resistencia no la misma que sirvienta (entonces el lenguaje es sexista y clasista).

Sin embargo, el “todos y todas, patente de Cristina” como dice ella, no abarca lo que si el todes. Las posiciones expresan poder. El valor de intervenir las palabras que son con A o con O para que tengan la E permite identificación y propone romper con las reglas que marcan el género del lenguaje en un marco binario que incluye a quienes son diversos. 

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Desde hace un tiempo, el presidente de la nación, en una clara postura política, ha incorporado en sus discursos a todos, todas y todes. Un lenguaje inclusivo el cual se vierte hacia la E pero que primero fue un @ una X, u otras formas que buscaron siempre darle entidad a lo que no estaba siendo nombrado.

Los puntos sobre las íes. Si bien estamos construyendo a través de la letra E, tampoco hay que aplicarlo sobre todo porque eso lo ridiculiza o fala el respeto, es decir, si sos un varón cis y vas a referirte a otros varones cis podes hacerlo con todos, si vas a referirte a mujeres cis, podes hacerlo con todas. Podes desobedecer lo aprendido y decir yo, tu, el, ella, elle. Nosotros. La e no aplica a nombres propios u objetos. Si vamos a hablar a un grupo diverso de personas y no sabemos como se auto percibe cada une usamos la e para definir el plural. 

Hace un tiempo que da vueltas la palabra “desconstruirse” bueno, esto también implica cuestionar el lenguaje que utilizamos y cómo a través de él, invisibilizamos a otres.

La lengua es política y en ella confluyen todas las luchas identitarias. El paradigma está en jaque y emerge la tensión ya la diversidad no se enconde detrás de la o.

El príncipe ha hablado: Ethos Traductora, es una editorial de traductorxs formadxs en la educación pública y en el año 2018 editó "El principito", su primer libro, el clásico de Antoine de Saint-Exupéry pero con lenguaje inclusivo. Se agotó.

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 ¿Lenguaje inclusivo si o no? Si estás pensando en animarte e incorporarlo y tenes dudas, he aquí una frase de Juan Forn que te ayudara compañere: es fácil, boludo. 

 [1] Celeste Giachetta entrevista realizada en No Estamos en Tokio, Radio Eterogenia. 17/05/2020

*Alejandra Sanchez. Lic. en Comunicación, Periodista, Integrante de Más Democracia