Entrevista a Ya Umuk, mujer huarpe

Para poner en discusión y debate el último día de libertad de los Pueblos Originarios de Abya Yala y el Día de la Diversidad Cultural, conversamos con Ya Umuk, mujer nativa de la Comunidad Pynkanta del Pueblo Nación Huarpe. Identidad nativa, violencia colonial, capitalismo y Estado, resistencia ancestral, descolonialidad, espiritualidad y política originaria fueron los temas abordados.

Diálogos 12/10/2020 Rodrigo Savoretti Andrada
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El 11 y 12 de octubre representan y configuran mucho más que dos fechas cruciales para la historia humana intercontinental. El último día de libertad para los pueblos de Abya Yala y el día en que los genocidas europeos pisaron tierra americana, significan en sí mismo dos modelos antagónicos de mundo y convivencia interhumana.

El primero: soberano, libre, diverso, autodeterminado, natural, espiritual y comunitario. El segundo: colonial, genocida, ecocida, terricida, racista, machista y corrupto. 

Hace excatamente 528 años atrás, el colonial se impuso sobre el libre y configura hasta la actualidad el genocidio más largo de la historia de la humanidad. 

Para ponerlo todo en discusión y debate, conversamos con Ya Umuk, mujer nativa de la Comunidad Pynkanta del Pueblo Nación Huarpe. 

Su nombre nativo es Ya Umuk, significa “hija del Gran Espíritu”. Su bisabuela es Rosa Guaquinchay, cacique de la Comunidad Pynkanta del Pueblo Nación Huarpe ubicado cerca de las Lagunas de Guanacache, en el paraje El Junquillal, ruta 147, localidad de El Encón, en el conocido punto tripartito entre San Juan, San Luis y Mendoza. Su bisabuelo, José Andrés Días, compañero de Rosa, fue fundador de escuelas y un rescatista de la lengua huarpe. 

Ya Umuk es educadora de Educación Intercultural Bilingüe y madre de cuatro hijes. Vive y estudia en San Luis Capital aunque siempre regresa a su territorio. Está en cuarto año de la Carrera en Educación Especial y en segundo año de la Carrera Lengua de Señas. Además integra dos proyectos de investigación, uno denominado “Recuperar memorias, prácticas, culturas, saberes y cosmovisiones de los pueblos originarios de América y otro en donde trabaja la recuperación de identidad del pueblo Huarpe en cuestión de alimentos y medicinas ancestrales con plantas autóctonas del territorio.

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Niña de la Comunidad Pynkanta del Pueblo Nación Huarpe 

-¿Cómo fue el proceso identitario con tus raíces? ¿Comenzó en la infancia o fue algo que supiste conseguir ahora de más grande? ¿Qué decisiones implicó?

De chiquita teníamos eso de que “éramos indios” y en el colegio recibíamos siempre insultos comunes como “indios de mierda, no saben nada”. Mis hermanos por esa experiencia sufrida dijieron “no quiero que me digan más eso, ni loco quiero ser indio”. Pero viste que las mujeres siempre buscamos lo distinto. Y me dije a mi misma que iba a estudiar, que iba a investigar de dónde viene esto, por dónde viene aquello.

Entonces allí comenzó un proceso de búsqueda, de recuperar identidad, de recuperar prácticas, y empezar a preguntarme de dónde veníamos, por dónde, quiénes nos ayudaron, cómo, por qué estamos acá hoy y a dónde queremos ir.

Recuerdo que en un foro de educación que hizo la Comunidad Guaytamari del Pueblo Huarpe ubicado en Mendoza. Allí había gente importante de educación de la ONU porque se estaba trabajando sobre la EIB (Educación Intercultural Bilingüe). Yo participé junto a integrantes de mi comunidad Huarpe Pinkanta. Pero como ninguno de nuestra comunidad era profesional de la educación, nos quedamos afuera de la representación comunal para poder colaborar oficialmente. Entonces ahí yo me dije que, si faltaba algo para contribuir y construir identidad desde los saberes originarios, alguien se tenía que formar profesionalmente en educación. Y eso hice.

He aprendido mucho a estructurar y ordenar los saberes, y de tanto estudiar y estudiar, encontré a un autor que dice ‘no venimos ni andamos vacíos de saberes, la escuela tiene que enseñarnos a estructurar y ordenar los saberes que traemos’. Así que estoy aprendiendo eso para un futuro ser directora de una escuela que tenga como base a la educación intercultural bilingüe.

Es un proceso muy subjetivo, y a la vez un recorrido que implica decisión porque implica un movimiento. Es decir, si yo quiero buscar, yo tengo que salir de todo confort. Es un querer salir de un sistema que te ata desde antes de nacer y del cual no te podés librar fácilmente porque tiene sus normas y órdenes establecidos hace ya un tiempo. Es decir, hay un Estado que desde su fundación -con tipos como Roca, Sarmiento y Avellaneda- ha sido estructurado para que la elite domine a los desfavorecidos, pobres e indios.

A mí cuando reniego del sistema muchos me dicen “ándate al campo y sombra zapallo”. No se trata de eso ¿Por qué me tengo que exiliar a comer solo zapallo cuando quiero cambiar una estructura de vida? ¿Por qué una no se puede quedar y hacer que el sistema cambie? A los pueblos originarios nos hacen sujetos de derecho, pero siempre y cuando nos vayamos a otro lado a vivir. ¿Por qué no nos podemos quedar si este territorio también nos corresponde? Quieren que nos vayamos y encima a tierras inhóspitas, desiertas, donde uno no puede vivir, desarrollarse. No podés sembrar, es tierra que ya no es sustentable. Sobre que somos pobres en la ciudad, si nos vamos a donde ellos quieren mandarnos, más pobres vamos a estar. Te hacen creer que te están restableciendo derechos al mismo tiempo que nos violentan.

-¿Es una violencia que se repite constantemente? ¿Se puede hablar de una continuidad del genocidio con las mismas formas y objetivos?

Claro, desde el 12 de octubre de 1492 empezó la corrupción, la violencia, las torturas, los robos, las violaciones sexuales. Y no es necesario irse tan lejos, hace poquito tiempo atrás genocidas como Roca y Sarmiento hacían lo mismo que los españoles. Y en 1994 se nos reconoce como pueblos preexistentes a lo que llamamos Argentina en ítems constitucionales que obligan al Estado a devolvernos tierras aptas como también integrarnos al sistema educativo teniendo en cuenta nuestras cosmovisiones, culturas, y demás, pero estamos en 2020 y nada de eso se cumple. Han cambiado los discursos, pero nada más.

Yo siempre digo, es como si reformaras un traje. Tenía botones verdes, le pones azules, le ajustas un poco la manga y ya está. Pero no cambiaste el traje, solo lo reformaste para que parezca un poquito mejor. Eso es lo que han hecho con nuestros pueblos. 

No hace falta irte a África para verlo, uno va al Chaco y ves el genocidio en primera persona. Mujeres y niños muertos de hambre, punteros políticos de intermediarios que se quedan con los alimentos. La intención de los Estados es que no existamos. Y la gente se indigna cuando se quema por ejemplo la iglesia de Notre Dame y donaron millonadas, pero para las comunidades no ponen ni un peso.  Se olvidan que los indios también somos humanos. Y yo siempre digo “antes que ser india, soy ser humano”. Pero si siendo humana no me reconocen, siendo india menos.

El Estado no nos quiere reconocer como seres humanos con derechos humanos porque le genera gastos económicos. Y en un orden capitalista eso no conviene.

-Y gastos para el capitalista es pérdida, fracaso, es decir, algo en donde no hay que invertir

Si, y por ello, esto es mucho más que recuperar identidad, es un trabajo tremendo que cuesta sostener en el tiempo. Pero es una decisión, de buscar, de recuperar mi identidad. Necesito fundamentar mi identidad.

-Es fundamentar tu existencia en el aquí y ahora también ¿no?

Obvio, porque si a una le preguntan quién es tu papá y tu mama, y vos decís tal y tal, y te preguntan quienes es tu abuelo y tu abuela, y vos decís tal y tal pero cuando te preguntan quienes es tu bisabuelo y bisabuela, y no le podés responder porque hasta ahí conoces o llegas, no podés fundamentar. Pero sí sabés que tu bisabuelo y bisabuela existieron y también tuvieron papa y mama y así.. y fueron personas que quizás estuvieron en el oriente, y antes en África. Todo ello es un trabajo de investigación para saber dónde estamos parados, y por qué, para saber a dónde queremos ir.

A mí me preguntaron hace unos días: ¿Qué queres Ya Umuk?. Yo quiero que todos tengamos los mismos derechos y oportunidades. Yo no quiero sentirme superior al hermano blanco. Si los dos somos seres humanos. Somos iguales. Solo que a mí me quitaron los derechos, pero el hermano blanco no hace nada aun viendo y sabiendo cómo nos violan nuestros derechos. Es tremendo ver como un hermano que tiene los derechos que a una le quitaron, no querer luchar a tu lado. 

Y peor aún, muchos intelectuales blancos que escriben libros y demás, nos tildan de “okupas”. Y a mí me duele y me da bronca porque si uno va al significado de “okupa” es: persona que ocupa un lugar que ya tenía dueño. Y eso es lo que hicieron ellos, los genocidas. Ellos son los ocupas. Vinieron a estructurar para tener orden y así mantener y ejercer el poder. Y ahí viene todo lo que está sucediendo hoy en Argentina. Me da mucha tristeza que se estigmatice a las personas que usurpan terrenos en desuso donde los supuestos dueños se acuerdan de quererlos justo cuando son usurpados. 

¿Por qué hay gente que tiene tanto campo y tanta gente no tiene nada? ¿Por qué no se preguntan el por qué? Si no hay un reconocimiento de la misma sociedad, y no hay una concientización, no se va a producir ningún cambio.

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Integrantes de la comunidad junto a organizaciones

-¿Y desde dónde presionar para lograr ese cambio?

Y esto tiene que cambiar desde un punto crucial como lo representa la educación. Si un niño desde el jardín se forma con las bases y conocimientos con la verdadera historia, llegará a ser adulto teniendo otra mentalidad, sabiendo respetar y proceder con otras formas con sus pares. Las personas que nos estigmatizan lo hacen porque se han formado en el colegio y reproducen el orden occidental. Como también sucede en las mismas familias. Porque en la familia se reproduce el orden de la escuela y en la escuela el orden de la familia. Estos dos espacios, escuela y familia, son fundamentales para la formación subjetiva de todo ser humano.

-Sin dudas, Familia y Escuela, son las instituciones madres de todo Estado. Y como bien decís, la educación debe ser el punto crucial para fomentar una transformación y si nos tenemos que ubicar en el tiempo y elegir un momento crucial como referencia para volver o como mínimo problematizar:  ¿Sería ese 11 de octubre de 1942 cuando nuestros pueblos aún eran libres?

Sí porqué como decíamos antes, un día después comenzó nuestro sufrimiento. Y ahora se ha cambiado el nombre a día de la diversidad cultural pero no es más que eso, un cambio de palabras, en los hechos nos siguen matando igual que siempre. No ha cambiado nada. No nos matan en la calle porque hay otro que los va a ver, pero en cuestión de alimentos, tierras, derechos, nos siguen queriendo desaparecer.

-Y con respecto a esta militancia de los pueblos hacia un cambio de raíz ¿Qué significó la pandemia en este contexto que describís? ¿Profundizó dichas violencias? ¿O abrió un espacio para que se genere otra mentalidad?

Y mira, con todas las comunidades que articulamos junto con la Universidad Nacional de San Luis, lo que charlamos es que la pandemia ha sido tremendamente dañina porque los hermanos que están en el campo que trabajaban y vendían las producciones, al no entrar los compradores, no tenían ventas, y después ellos no podían comprar insumos. 

Sucede también que en muchos territorios no hay agua. Y sin agua no sembrás ni cosechas. ¿Cómo sobrevivís?. Por ejemplo, allá en El Junquillal, las comunidades sobreviven vendiendo el material llamado junquillo, que es con el que se hacen las escobas amarillas y también cueros, pero por la pandemia no vendieron nada, como tampoco pudieron comprar nada y entonces empezó el hambre y la enfermedad, sobretodo en los más viejos, que se mueren. En la ciudad a muchos hermanos les sucedió lo mismo. Llegamos entonces a la conclusión de que la pandemia es capitalismo del más puro, un trabajo político. Nos han convertido en esclavos. El Estado viene con migajas y quiere que lo endiosemos por eso.

-Y por si fuera poco, muchos sectores dominantes provocan incendios aprovechando la sequía que ellos mismos han generado. Por ejemplo, en Córdoba, se ha eliminado el 97% del bosque nativo en muy poco tiempo. Y ahora se está quemando el escaso tres por ciento que queda. Si sigue a este ritmo, el año que viene quizás Córdoba se quedará sin bosque en todo su territorio. Entonces, pienso y pregunto: ¿el objetivo es eliminar toda posibilidad de que el ser humano vuelva a tener cualquier oportunidad de contacto con la naturaleza porque saben que cuando alguien conecta con ella comienza a percibir por ejemplo al agua como vida y posibilidad de futuro y no como un recurso humano, o a percibir al monte como un hogar donde se puede producir alimento sano y en colectividad? Y te hago otra pregunta en la misma sintonía: ¿Exterminando al bosque como es, los poderosos se aseguran de paso que las personas nativas que se identifican con esos territorios pierdan esa posibilidad de poder reclamarlos como propios y de habitarlos como lo hicieron sus antepasades?

Sí, es así. Pero agregale una cuestión más. Queman todos los bosques, pero después construyen allí sus casas, sus empresas, sus fábricas. Ellos no quieren que nosotros nos conectemos con la naturaleza porque no les conviene. Cuando uno aprende a convivir con la naturaleza, uno aprende a vivir, a cosechar, aprende a no comprar y consumir desconmesuradamente. Los supermercados y laboratorios funcionan haciéndonos creer que es más sano comprar un producto etiquetado y envasado con plástico que sembrar una semilla, cultivar una zanahoria, lavarla y comerla. 

El poder que tiene el capital es de manejarse con la necesidad de las personas. Aparte de quitarnos la oportunidad de conectarnos y recuperar nuestra identidad, nos quitan como seres humanos la posibilidad de aprender que podemos convivir en naturaleza. Es lo que ellos quieren, a este paso en unos años ya no va a salir agua por nuestras canillas, vamos a tener que ir a comprar el agua para tomar, bañarnos y demás. Vamos a tener que trabajar y trabajar para poder comprar agua o incluso el propio oxígeno, como ya sucede en otras ciudades del mundo súper contaminadas. Quieren prohibirnos toda posibilidad de que seamos soberanos y autónomos alimentariamente. Ellos no van a parar hasta quitarnos el mismísimo pensamiento de ser autónomos.

-Volviendo un poco a la identidad originaria ¿Cómo es ser mujer nativa? ¿Qué implicancias, sentires, experiencias supone?

Si ya es una lucha enorme ser una humana, ser mujer indígena es el triple porque el poder patriarcal es indígena, no indígena, blanco, negro, lo que se te ocurra. Al hombre le gusta tener el poder, le gusta dominar. Mi bisabuela en a fines del siglo XIX fue cacique pero porque no habían nacido en su familia hasta ese momento hombres. Cuando nacieron y crecieron, pedían ese poder. Fue toda una lucha. Y yo, que me encuentro en este siglo, también sigue siendo toda una lucha. El colonialismo trajo el pensamiento de que hay superiores e inferiores y los primeros deben dominar a los segundos. Yo no estoy sujeta a ningún poder jerárquico, hacia adentro de las comunidades soy una resistente de querer sostenerme bajo autoridades. Siempre apoyo el trabajo horizontal, tanto en las comunidades como con las organizaciones. Porque el hecho de ser indio, no te hace santo. Muchos indios también fueron asesinos y se traicionaron entre ellos. Porque antes de ser indios, también somos humanos. Y el ser humano tiene un carácter egoísta, a veces soberbio y hay que luchar contra ello también.

-¿Cuál es tu relación con los feminismos que han tomado fuerte presencia en los últimos años?

Vamos las mujeres. Sin mujeres no hay revolución. Pero voy a decir algo que a muchas no les va a gustar, inclusive a mis amigas que las quiero y que marchan en manifestaciones muy necesarias, pero yo tengo otro pensamiento con respecto al aborto. SI yo soy mujer, y con una mano, pido que no me maten, y con la otra, pido que me den el derecho de matar al hijo que tengo en mi vientre, es algo que no condice. Entonces, en mi condición de mujer indígena, de mujer dadora de vida, no puedo luchar por un derecho a matar a una futura vida. Lo que sí pediría es un derecho de ajusticiamiento para con los violadores y hombres violentos. Creo que hay feminismos que se equivocan cuando pelean por el derecho a que se metan en el cuerpo de una a quitarle frescura, vida. No estoy de acuerdo con ello, pero respeto mucho los diversos pensamientos. Como también espero que por pensar así no me traten de monstruo o gente de las cavernas. 

-Cambiando un poco de tema, me gustaría que hablemos de la espiritualidad. Percibo que esa dimensión espiritual en la vida de los pueblos originarios está muy interiorizada y la habitan día a día. ¿Cómo la transitan? ¿Qué representa para ustedes?

La espiritualidad para nosotros es el ser en sí mismo. En cada paso que das con tu cuerpo, espíritu, alma. Está en el respeto a los procesos de la naturaleza, la conexión con la luna. Nosotros los pinkanta tenemos mucha conexión con los astros, con el sol. Por ejemplo, cuando la niña se convierte en mujer al empezar a menstruar, lo vivimos como un momento que tiene la mujer para limpiarse, purificarse, y no como dice occidente que es algo sucio, vergonzoso. Es un proceso para adentrarse y estar con ella misma, conectada con la luna.

Manejamos mucho la espiritualidad con los alimentos que ingerimos. También en el contacto con el otro, en el respeto en el acto sexual, en respeto con tu cuerpo, con los cuerpos. Pensamos que cada uno tiene su espiritualidad. Hoy por hoy, los jóvenes tienen sexo como si fuera un acto de consumo más en esta sociedad. Y lo hacen porque no se dan cuenta que la necesidad no es esa. Es otra. Y así solo se infectan porque cada uno tiene una espiritualidad distinta, acarrea con una historia energética, no se respetan.

La espiritualidad te representa como persona. Y nosotros la cuidamos mucho. La trabajamos en niños y niñas de igual manera. Le enseñamos que respeten a su compañera, su compañero. Al igual que si eligieran tener un compañero o una compañera del mismo sexo. Entre compañeros se tienen que respetar espiritualmente y no hacerse daño a ellos mismos. Si vos tenés un respeto espiritual y un equilibrio con vos mismo, también lo tenes con el habitad en donde estás.

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Simbología de la Comunidad

-¿Se puede entender la espiritualidad como una toma de decisiones políticas personales y colectivas?

Si, son decisiones políticas. Particularmente yo hago política originaria y genuina porque no levanto ninguna bandera partidista. Nuestra base política es nuestra cosmovisión. Y no todos están dispuestos a hacerla. Muchos políticos usan a muchos hermanos para sus intereses. Les quitan autonomía aprovechándose de sus carencias económicas. Y acá también entra en juego la espiritualidad. Porque cuando tenes una espiritualidad sana, consciente y fuerte, que te sostiene y sostiene a tu familia, comunidad, no vas a cambiar por dinero. En cambio, cuando no tenes fortaleza espiritual, el viento te lleva para cualquier lado.

-¿Cómo relacionamos esto al concepto de descolonización?

Yo tomo al concepto de descolonización como lo que hablábamos anteriormente. Es salirse de este formato educativo que te dice que tenes que comer a esta hora, levantarte a esta otra, cuidar y criar a tus hijos de esta manera, y así. Que tenes que estudiar y trabajar todo el tiempo. Esa alienación es puramente occidental, no hay nada originario en ello.

-Y.. ¿Cómo aconsejarías a las personas que estamos decidiendo por primera vez en nuestras vidas tomar como decisión política a la descolonización de nuestros saberes, cuerpos, relaciones, formas de ser y habitar esta tierra?

Yo les digo que busquen en uno mismo. Porque el cambio comienza en uno mismo. SI uno cambia y hace lo que dice el otro que lo está mirando no va a cambiar por lo que dice sino por lo que ve. SI uno empieza a cambiar, el cambio se va a acrecentar, otros también lo van a hacer, como un efecto contagio. Es poder salirse de las matriceras occidentales que todos tenemos dentro. Poder problematizar el mismo concepto de democracia. Porque ella no implica la libertad ni la autonomía de los pueblos. Hay que cambiar lo impuesto por los gobernantes colonizadores, esos esquemas, conceptos, ordenes.

Entonces el mensaje es: buscar en el interior, empezar a volver a nuestras raíces. No a nuestras raíces de cincuenta/cien años porque también están colonizadas. Hay que ir cinco, seis siglos atrás. También implica ser coherente con lo que uno defiende. Si uno defiende a la naturaleza no puede seguir contaminando como lo hace con el plástico y los productos del capitalismo.

Un pensamiento descolonial no se puede quedar en un discurso. Hay que practicarlo. Uno tiene que cambiar si queremos que los demás cambien. Estamos en un proceso de recuperación que recién va un uno por ciento. Necesitamos nuestras tierras, nuestras siembras, nuestras ceremonias de luna llena, y que no venga la Policía a violentarnos. Necesitamos libertad. Una práctica de poder vivir como lo hacían nuestros antepasados. Sabiendo que ser originarios no te hace más que nadie.

Incluso la palabra originario no me gusta mucho. ¿Somos originales de que? ¿De quienes?. Si todos venimos de África o de Asia. Somos todos seres humanos, mezclados, y necesitamos vernos en esa condición primero que nada. Muchísimas personas en Argentina tienen origen indio. Pero el hecho de ser indios no nos tiene que generar discriminación y racismo. No nos tendrían que aislar y mandar al desierto. Y aparte, nosotros queremos vivir con nuestros hermanos no “originarios” también.

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Ya Umuk en la tierra de sus antepasades

-¿Cuál sería el rol o la conexión ideal entre las organizaciones sociales, unviersitarias, sindicales, partidarias o entre el mismo Estado y los pueblos originarios? ¿Qué crees que se lograría en conjunto?

Se lograría inclusión. Una verdadera inclusión sería que nuestros representantes ocupen cargos ministeriales. Porque podrían/podríamos ejercer cambios en el orden social estatal. Y a nivel educacional también se tendría que trabajar en conjunto. Porque si no hay un cambio en la estructura, en la misma currícula escolar, no va a darse el cambio en la reproducción social. Tiene que haber propuestas políticas que vayan en ese sentido, que sean colectivas, comunitarias, no particulares. Eso sería trabajar para los pueblos originarios. Mientras nos sigan viendo como un gasto, va a seguir todo igual. El sistema político es muy corrupto, siempre juega con la necesidad de los hermanos y hermanas. Si no cambiamos en la educación, no lograremos cambiar nada. 

Por ello nos tenemos que juntar las personas y las organizaciones, limar mucho las asperezas, pensamientos, ideologías, y conocernos bien para que cuando uno de nuestros representantes llegue al poder tenga tanta presión que le sea imposible no cumplir con nuestras demandas como seres humanos con derechos.