Pandemia: la desigualdad en los barrios populares cordobeses 

Opinión: una mirada por los barrios cordobeses, atravesados por la pandemia y la situaciones de desigualdad y vulnerabilidad social que viven sus pobladores.

Diálogos 16/04/2020 Patricia Susana Juárez
IMG_20200416_190643
Foto: María Eugenia Cerutti para Crisis

Un mirada por los barrios 

En Barrio Ciudad de Mis Sueños, una población, que fue expulsada a la periferia de la ciudad de Córdoba,  puede verse vecinos y vecinas circular por las calles con la temida pandemia mundial invisible, como si no existiera.

Algo similar sucede en barrio San Roque o en Villa La Tela, hecho que hoy no pasa desapercibido para gran parte de la población; en otros tiempos, no muy atrás, la mirada era, si se quiere, de indiferencia social.

En Villa del Prado, en el barrio La Donosa, las y los vecinos se encuentran aislados, no le llega mercadería y se demora el prometido cajero automático, no hay agua potable ni elementos de higiene. El centro de compras es la ciudad de Alta Gracia, pero no pueden llegarse hasta allí por el aislamiento y toda asistencia es a cuenta gota.

Tanto en las costaneras de la ciudad, San Vicente, cerca del Hospital Misericordia, en el Bajo Pueyrredon pueden observarse que la circulación, el hacinamiento y los cuidados se vuelven a veces un tanto difícil por las condiciones de vida.

Saldan y las comunas cercanas se vieron sumidas por el contagio del coronavirus en un geriátrico. Allí en parte de los barrios escasean tapabocas o barbijos, la lavandina y el alcohol no fueron productos incluidos en los bolsones sociales que se armaron, tal vez porque se presumió, en la primera etapa de evaluación sanitaria, que lejos estaba de llegar la pandemia a estas latitudes.

A 25 cuadras del centro o por cualquier plaza de la ciudad, un señor con una camioneta pasa, irremediablemente, de lunes a sábados buscando cartones, lo hizo ayer y lo hará hoy. Otros lo hacen a pie o en carro, otrxs tantas mujeres y hombres esperan el transporte, que pasa cada 50 minutos, para ir por una changa o para ir a ganarse el pan diario con la pandemia al acecho. Hoy se siente que la muerte ronda cerca y la vida nos pide permiso para replantear cambios de mentalidad y de comportamientos profundos en nuestro hacer ciudadano. 

Se podría enumerar decenas de situaciones similares debido a la necesidad de desplazarse.Tambien en los barrios de sectores sociales más acomodados sucede el desplazamiento; allí con alguna cuota de irresponsabilidad social.  

El Estado presente 

Debemos permanecer en nuestras casas tal como han recomendado, incansablemente, desde los gobiernos y desde el Ministerio de Salud de la Nacion, dado que al salir el virus nos espera, al virus lo buscamos nosotrxs. Allí en esa premisa de "quedarse en casa" reside la principal barrera contra el virus. A veces en los barrios y en otros conglomerados sociales se torna difícil sostener esta consigna.  

Las medidas económicas acertadas, ante la pandemia, que ha tomado el Gobierno Nacional para el conjunto de la población tarda en llegar a las barriadas. Hoy el Estado en reconstrucción, que no contaba con Ministerio de Salud a raíz de ser arrasado por Macri, se emerge presente, aun cuando todavía no ha llegado a todas y todos. 

En un país donde el capitalismo neoliberal atroz invitaba a consumir el último celular en mostrador y que el hambre no estába en sus planes por solucionar, poco se hubiera podido hacer ante esta emergencia sanitaria. 
El hambre, la pandemia y la pobreza son un combo difícil de sobrellevar para cualquier colectivo humano, mucho más para los sectores que viven en situaciónes de vulnerabilidad social. Ante esto, la necesidad de un Estado presente que se encargue de todos los frentes, incluido el de llegar a todos los territorios es la prioridad.

Los sectores populares en los barrios viven la situación de la pandemia sin contar con todas las medidas de protección, sin asistencia estatal plena, a esto se suma que el Gobierno Provincial acentúa con sus políticas la desigualdad, el clientelismo y la represión para los barrios periféricos. 

La pandemia ha puesto al Estado y sus gobiernos en aprietes y demandas, una de ellas: la de mayor distribución de los recursos y la mirada urgente sobre la renta financiera y ganancial. Es hora de exigir y respaldar el impuesto a la riqueza y a las grandes fortunas.

Los habitantes de los barrios populares, necesitan del "pueblo,  más pueblo" y del "Estado, más Estado". Sus niñxs, sus mujeres, sus trabajadores, sus adultxs mayores esperan más vida de la vida. Esperan y tienen derecho a un Estado de bienestar más presente que nunca.