El futuro llegó hace rato

Entrevista a Javier Pallero, activista y especialista en Derechos Humanos y política en Internet, pone su lupa sobre el caldo digital de la pandemia: monopolios de servicios en línea que extienden sus tentáculos, Gifs que se convierten en el ojo de una cerradura y un cíclope estatal con la vista puesta sobre las redes sociales.

Diálogos 16/06/2020 Jesica Rita, periodista de El Apócrifo
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Foto: Press

El nuevo paisaje digital está configurado, según el especialista, por fenómenos como el trabajo desde casa descubierto incluso por Twitter o Facebook; el “gran boom de herramientas de videollamadas” o situaciones en las cuales “hay empresas que han adquirido a otras aprovechando la volada y que los organismos reguladores y que controlan las adquisiciones están medio ocupados con la pandemia” como Facebook “que compró Giphy que es una empresa para poner gif en los chats” 

Millones de usuarios expresan a través de Giphy sus comportamientos, emociones y tendencias a diario en servicios propios y ajenos a la órbita de Facebook, como Twitter, IMessage de Apple o TikTok, así que ahora Mark puede sentarse a comer pochoclo y ver cómo le llueven esos datos. También está anunciado para dentro de pocos meses la final fusión entre los servicios de mensajería de WhatsApp, Instagram y Facebook, lo que facilitará el cruce de datos de distintos tipos y por lo tanto, la obtención de perfiles mucho más complejos de los usuarios. 

En ese sentido Javier Pallero es categórico al decir que estas situaciones  en las que las fusiones o adquisiciones de empresas son tan grandes no deberían existir por varias razones: “la protección de los datos personales y la creación de estos perfiles cada vez más complejos y completos sobre las personas debería ser estudiada con anticipación por los organismos de protección de datos personales y estrictamente debería recoger y requerir el consentimiento expreso de los titulares de los datos”. 

Sin embargo, también remarca que no basta con el sólo consentimiento de los usuarios para neutralizar el poder que han adquirido compañías como Google o Facebook, ya que “están tan concentradas, son tan poderosas e inevitables para la vida diaria que el tema del consentimiento es relativo también, porque uno dice ¿hasta dónde puedo yo consentir si no tengo otra opción más que usar esto?”. 

Para él, debería haber organismos que puedan desautorizar esas fusiones o no autorizarlas, o en todo caso ”que se pueda ordenar la separación como le pasó a Microsoft en un momento”, a los fines de garantizar una defensa de la competencia. Incluso considera que el Estado podría generar también ciertas políticas o inversiones en pos de una red bien distribuida.

Como dice el meme “y la perra seguía y seguía”:

La lista con las adquisiciones de Facebook parece no terminar. Javier menciona que la compañía también creó su propio Zoom que se llama Rooms a lo que hay que agregarle la reciente incorporación de tiendas online que permite hacer transacciones de pago a través de la misma plataforma. A Mercado Libre no le gusta esto.

Pallero destaca también el crecimiento que tuvieron plataformas de comercio electrónico, “un crecimiento que cuando no está regulado o no está atendido también puede llevar a injusticias”.

Injusticias como la precarización laboral que está impulsando múltiples reclamos por parte de trabajadores de apps como Glovo, Rappi y PedidosYa, cuyo servicio se ha vuelto imprescindible en el contexto de la pandemia. Reclaman que cobran lo mismo desde hace dos años y también por la muerte de compañeres que murieron sobre sus bicis sin que empresas ni gobiernos reconocieran sus derechos laborales. 

Pero el nuevo cotidiano digital no se limita solo al ámbito de las empresas privadas, sino que como dice Pallero, también avanza sobre áreas públicas como la salud, donde se acelera el tema de permitir recetas virtuales, universidades como la UNC o la UBA que migraron sus unidades académicas a plataformas digitales o la organización política: “una marcha hoy en día no se puede organizar sin internet, los colectivos se organizan por Whatsapp, por eventos de Facebook, eso cada vez va a tener más importancia y se va a ver más amenazado también”, pronostica el especialista. 

Una de las amenazas es explícita desde las fuerzas de seguridad tanto del gobierno actual como del anterior y se llama “ciberpatrullaje”, práctica que a veces es eufemizada como “sondeo” o “rastreo” pero cuya  principal característica es una vigilancia que vulnera derechos como la privacidad y la libre expresión, ya que según Javier, puede tener efectos inhibidores en la opinión pública o propiciar lecturas caprichosas de delitos que están en el código penal generando persecución o encarcelamiento como el caso de gente que hizo un tuit y fue presa.

El acceso y el manejo de datos por parte del Estado es delicado, insiste Pallero, ya que éste posee el monopolio de la fuerza pública, “el Estado es el que tiene la fuerza y el derecho de venir un día, por supuesto con los procedimientos que correspondan, y patearte la puerta, llevarte de los pelos y secuestrar tus bienes, ninguna empresa puede hacer eso, entonces es un nivel de amenaza diferente”.


“Internet pasó a ser ahora algo inevitable en la vida. Si antes lo era, ahora lo es más”, dice, y eso hace más importante aún “que no haya ciberpatrullaje, o que lo que haya de actividades de prevención de delitos esté muy bien regulado y sea excepcional”.

El pronóstico final que nos ofrece se limita a dos opciones:

“O acomodamos las cosas a través de las leyes para que los usuarios tengan más poder y haya más libertad, más seguridad, más interoperabilidad, más competencia, mejores servicios y que la gente se apodere de la tecnología y la use como una herramienta, o que se vaya más hacia un giro autoritario, de concentración de poder, que para mí iría por el lado de la asociación entre empresas y gobiernos; ojalá me equivoque y podamos seguir apuntando a tener una internet que sea más de los usuarios, más desconcentrada y más libre”.

Naomi Klain hace unos días compartió la misma advertencia en The Intercept, dijo:”Es un futuro en el que cada uno de nuestros movimientos, nuestras palabras, nuestras relaciones pueden rastrearse y extraer datos mediante acuerdos sin precedentes entre el gobierno y los gigantes tecnológicos”.

Nota publicaba en Córdoba el 09 de Junio, 2020 en El Apócrifo Revista

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